el amor y yo: etapas 1 y 2
A mí me hicieron bastante daño las historias de amor de la televisión, yo de pequeña era muy romántica, creí en las medias naranjas, en el amor para toda la vida, y tenía además una idea un tanto machista, como de hombre seductor, y al ataque y mujer receptiva. Hombre que desea sexo, y mujer que sólo quiere hacer el amor, cualquier otra cosa es sucia.
Cuando me enamoré por segunda vez, de Vampiro, yo tenía 13 años, no era consciente de haber estado enamorada antes de mi amiga, y para mí eso era nuevo, porque me gustaba un chico con el que me podría besar. No pasó nada, él se fue de mi ciudad y me pasé un año llorando a todas horas, varias veces al día, no pasaba un día en que yo no llorase.
Estaba enamorada, de verdad, pero nadie se creía ni mi dolor ni mi amor, al fin y al cabo yo era una niña pequeña, y esas cosas se pasan. Sólo tuve una amiga que me apoyase y que se creyese por lo que yo estaba pasando. Además me coincidió con una temporada de problemas con mi grupo de amigos, y fue el momento en que me empecé a sentir incomprendida por mis padres y me alejé mucho de ellos.
Después de llevar un año llorando, y planteándome el amor, el desamor y cagándome en mi mala suerte, un día fui consciente de que prefería sentir lo que había sentido que no descubrirlo nunca, que me había costado mucho superarlo, de hecho en ese momento no estaba superado, pero que estaría orgullosa de mis heridas, y de haber sentido todo eso. Empecé darme cuenta de que algún día no tenía ganas de llorar, pero el día que las tenía lloraba durante horas.
Poco tiempo después decidí que vale, pero que a partir de ese momento no me iba a hacer daño nadie. Me volví fría y calculadora, decidí que yo hacía lo que me daba la gana con mi vida y mi moral, y me empecé a enrollar con un montón de tíos (tampoco fueron tantos). Yo sabía lo que había, y tenía el control, sabía jugar con las sonrisas, y con lo que buscaba cada uno. Ligué mucho, me enrollé con unos cuantos, y el sabor de los besos era mi droga, vivía para el fin de semana, para salir, bailar con mis amigas, reírme, y si me liaba con alguno mejor. Yo nunca bebí ni fumé, no me hacía falta, siempre me ha parecido que el sexo es la mejor droga, la que te hace olvidar todo, pese que a lo mío no se le pudiese llamar aún sexo.
Hice muy buenos amigos, y además me lo pasé muy bien. Pero llegó el verano y me enrollé con un tío, Drácula, que me encantaba, que se parecía a Vampiro, me gustaba, y, casualidades de la vida, se volvió a ir de la ciudad, exactamente en la misma fecha en la que se había ido Vampiro. Me volví a replantear todo lo que estaba viviendo, mi nueva idea del amor, siempre he sabido que el amor existe, pero lo que queria saber era si tenía fin.
Él se fue y yo seguí ligando, moviéndome por y para el fin de semana, pero me empezaron a saber a poco esos besos sin sentimientos, y me empecé a sentir culpable, algo que no me había pasado en todo ese año de fiesta (de lo que no era fiesta no recuerdo nada, no existió). Me lié con un tío por el que no sentía nada, mi rollo Choco quería salir conmigo, pero yo no estaba segura, y ahí sí que empezó lo peor, la 3ª etapa...
3 comentarios
irene -
Cora -
Ahora llevo un tiempo liándome con una sola persona. No lo considero mi novio, pero sí que hay más complicidad que con un lío ocasional.
De todas formas, tampoco me siento culpable por haber pasado una etapa más promiscua. No soy una persona enamoradiza, así que me sentiría peor fingiendo una ilusión que no tengo por una relación...
Pikifiore -
Saludos