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la cara oscura de la luna

los hombres sensibles

- Llevo muchos años con Germán, no es una relación convencional, pero es… perfecta en muchas cosas. Él hace su vida y yo la mía, pero tenemos un territorio común, un lugar donde hablar, donde contarnos las cosas que pensamos, que sentimos. Estoy enamorada de él, Malena, es la primera vez que me pasa desde que soy adulta. Nos entendemos tan bien que cuando hacemos el amor ni siquiera necesitamos las palabras…

- Deja de decir cursiladas, Reina, por favor.

- ¡no son cursiladas! – chillaba más fuerte de lo que yo había llegado a hacerlo antes, y ya no lloraba, porque mi comentario la había puesto furiosa.- ¡es la verdad! Lo que pasa es que tú no lo entiendes porque nunca has tenido un rollo con un tío así.

- Sensible- dije, con una sonrisa de circunstancias, como si presintiera que ella nunca querría captar mi ironía.

- ¡sí!- gritó ella- Exactamente eso. ¡Sensible!

-  no… - asentí, haciendo los cuernos con la mano derecha y buscando desesperadamente algo de madera que no tuviera patas-. Nunca me he liado con un tío sensible, ni falta que hace…

Tuve que levantarme (…) y sólo después de haber sentido que las yemas de los dedos empezaban a desgastárseme de tanto frotarla terminé de explicarme.

- Bastante tengo con haberme casado con uno.

 

Santiago había escogido esa misma palabra, sensible, para definirse a sí mismo al final del más tortuoso y doliente de loe monólogos que jamás me dedicara, cuando una noche se negó a esperar el final del último acto, y apagó la luz, y me dio la espalda.

- Malena, yo… no sé como explicártelo pero me molesta mucho… No, no quería decir eso, no me molesta sino que me preocupa, me preocupa mucho esta costumbre tuya de no… terminar al mismo tiempo que yo. Ya me imagino que no lo haces aposta, pero creo que  todo saldría mejor si pusieras algo… algo más de tu parte, no sé, quiero decir que esto, verte así, es muy descorazonador para mí, no me siento bien, y ya sé que no es culpar mía, ni tuya, todo eso, pero… al principio era distinto, ¿no? Llegábamos a la vez muchas veces, yo… Yo soy un hombre, Malena, una persona sensible pero también un hombre, y todo esto es muy dolorosos para mí.

Cuando terminó, mi cuerpo pesaba tanto como si mis venas estuvieran rellenas de plomo fundido, un metal mate, sin brillo, que hubiera disuelto mi sangre al principio, mientras aún era un torrente de fuego fangoso y grisáceo, para enfriarse luego, muy despacio, en mi interior. Sentí que estaba horadando el colchón, hundiéndome en su detestable blandura, los muelles aplastados, comprimidos, triturados por mi peso, pero me levanté sin dificultad, y caminé con naturalidad hasta el baño, abrí la puerta, me senté sobre la tapa del retrete, apoyé los codos en las rodillas y me asombré de no experimentar ninguna vergüenza, como si hasta el plazo para la vergüenza hubiera expirado ya. Entonces calculé que Fernando habría cumplido treinta años, e intenté imaginármelo, imaginar su vida, cómo iría vestido, dónde trabajaría, qué moto conduciría, cómo follaría su mujer ahora, en Berlín, sabía que vivía allí, por fin hacía aviones, que estaba casado y que tenía una hija, pensaba en él muchas veces, para convencerme de que él también pensaba en mí, de que tenía que pensar en mí de vez en cuando, y me sentaba bien aquella fantasía, pero aquella noche, encerrada en el baño, intenté convencerme deque seguramente Fernando no sería ahora muy distinto de Santiago, o de Ernesto, de la mayoría de los tíos que yo conocía, los hombres con los que me relacionaba en el trabajo, mis alumnos, los amigos de mi marido y los maridos de mis amigas, mucho manso, como le había oído anunciar a sus acompañantes una cuarentona lustrosa, guapa de cara, con la que me había tropezado un par de meses antes en la puerta de un bar, si queréis entramos, pero no hay nada que hacer, miradlos, todos mansos.

Me di cuenta de que había empezado a llorar porque los ojos me picaban. Por mucho que me esforzara en imaginarlo, sabía que Fernando nunca sería un manso, y  por eso las lágrimas resbalaban obedientes, acariciando con un gesto tibio mi barbilla. En aquél instante sospeché que tal vez era una privilegiada, que llorar por un hombre como Fernando era un privilegio, y me sentí orgullosa de mi dolor, contemplé con soberbia mis heridas, toda la sangre que había derramado para seguir teniendo el cuerpo lleno de sangre, y ya no compadecí más a mi madre, ni volví a compadecerme más a mí misma. A cambio, mientras Reina me hablaba de la calidad de los hombres sensibles, me compadecí profundamente de ella, como no lo había hecho desde que ambas habíamos dejado de ser  niñas.

(…)

Entonces comprendí que el sexo no es más que la patria, la belleza o la estatura. Puro accidente.

(…) sólo entonces descubrí que ser una mujer es tener piel de mujer, dos cromosomas X y la capacidad de concebir y alimentar a las crías que engendra el macho de la especia. Y nada más, porque todo lo demás es cultura.

 

Almudena Grandes, Malena es un nombre de tango,  fábula, tusquets, pág 392-394.

 

Aqui te lo dejo, Susana, porque es uno de mis trozos favoritos, que me pega muy bien con el post de la oscuridad.

4 comentarios

irene adler -

Cora: genial tu artículo, y no pasa nada porque cogas memoria de mi blog si lo quieres hacer, todavía queda mucha...
Susana: yo me lo leí y luego me lo compré, me lo releí y ahora me lo leo a trozos, cuando quiero leer algo con lo que me identifique de verdad. Aunque no seré yo quien te recomiende que lo compres si lo puedes sacar de alguien o de alguna biblioteca, pero yo me lo compré ;)
Alba: el libro es genial, me temo que es mi libro favorito y he leído mucho, soy adicta a los libros. Se lo recomiendo a todo el mundo que creo que le puede interesar, para mí no tiene desperdicio.

Alba -

Uhmmm No he leido el libro, pero creo (estoy segura) de que lo haré porque tiene muy buena pinta.

Besos

Su -

Muchas gracias, era lo que me hacía falta para decidirme a comprar el libro.

Me lo prestó Medea hace años, cuando quise releerlo me lo volvió a prestar y juraría que la última vez se lo pedí a una amiga de mi hermana. Se acabó :-)

Cora -

Iba a decir que me sé ese fragmento de memoria, pero es que prácticamente me sé todo el libro de memoria...

La cuestión está en qué es ser un hombre (o una mujer) sensible. Pero creo que mejor de esto escribo algo en mi blog antes de que me acuses de acaparar la memoria del blog,jeje!