Escuchando "no estoy segura", de Rosana.
Yo llegué a Madrid en una época relativamente relajada de mi vida sentimental. Me dediqué a conocer gente, y a disfrutar, no ligué mucho, pero lo justo, y fue ahí cuando conocía a GranAmor. Al principio era amigo mío, pero un día nos liamos, y resultó que nos iba muy bien, y seguimos. Unos meses después yo empecé a ser consciente de que volvía a estar receptiva para el amor, no sé cómo lo supe, pero siempre me pasa así, sé en qué épocas no me enamoraría ni aunque me pusiesen a la persona perfecta delante, y en cuáles me enamoraría de cualquiera con la que tuviese cierta comprenetración, así que, como todo siguió yendo bien, me enamoré de él. De momento es la última persona de la que me he enamorado en mi vida.
Yo redescubrí el amor, me di cuenta de que no hacía falta que el amor fuese doloroso, sino que podía ser relajado, dulce, feliz, tranquilo... Vivía en una nube, estaba enamorada, me encantaba mi chico, estábamos bien, tenía ganas de verle y de hablar con él a menudo, aún así manteníamos una gran independencia cada uno, y los dos estábamos enamorados del otro, ¿qué más se puede pedir? Yo creía que nada, de hecho en ese momento alguna vez pensé que eso podría ser para toda la vida, y no me daba ninguna pena pensar que él era el primer y último chico con el que me iba a acostar, ni pensaba que por salir con él me fuese a perder otras cosas de esta vida. Era feliz y estaba relajada. Yo, que nunca he asociado estabilidad con felicidad.
Estábamos tan bien que podíamos bailar sin música, suena supercursi, pero era así. Era un amor de película pero real. Hicimos todas las cosas que se hacen cuando te enamoras, fuimos de vacaciones, a ver su ciudad, hicimos el amor en la playa, en la tienda de campaña, nos decíamos cada vez que nos veíamos lo enamorados que estábamos. Fuimos al cine, al teatro, salimos a cenar, a ver conciertos de música clásica y de rock, paseamos por el jardín botánico, íbamos de botellón y luego o podíamos quedarnos de juerga bailando con los amigos, o volvíamos abrazados a casa después de una noche superromántica. Me hace gracia cuando hablo de mis teorías del amor y hay gente que me dice que eso es porque yo nunca lo he sentido. No sé si mucha gente habrá tenido la suerte de encontrarse una pareja perfecta tan adecuada a él como GranAmor a mí. Fue maravilloso. Pero sólo fue.
Unos meses después la cosa cambió, no sabría decir porqué, pero cambió. Me desenamoré, el gran dilema de mi vida, si el amor se pasa, lo descubrí, la respuesta es afirmativa, y muy triste. No lo entendía, no podía ser verdad, si estábamos genial y no había pasado nada como para cambiar eso, pero yo ya no lo sentía así. Tenía dudas y le preguntaba a él si se había desenamorado de mí, y él me decía que no, y entonces yo me preguntaba porqué yo de él sí.
En estas estábamos cuando llegó el verano. Me fui a casa de mis padres y una noche me encontré con un viejo amigo y me lié con él. No estuve ni un minuto así y paré y se lo conté todo. Y a los pocos días, en cuanto pude hablar con él, a mi novio. Y no pasó nada, no se enfadó demasiado, de hecho respiró tranquilo creyendo que yo le iba a contar que tenía una enfermedad grave, pero me dijo que yo le había decepcionado, y mi única respuesta posible fue: más me he decepcionado a mí. Y era verdad, sé que todo el mundo cuando le digo que lo pasé peor yo que él se ríe irónicamente, pero es cierto, él confiaba en mí, sabía que yo había parado a tiempo, sabía que eso no es tan grave, pero yo no me lo podía creer. Nunca le había puesto los cuernos a nadie, ni siendo lo que podríamos llamar una persona promiscua, si tenía un compromiso lo cumplía, pero no sé porqué esa vez no lo cumplí. Aún así no pasó nada, seguimos saliendo, pero yo viví en un infierno, me sentía culpable por haberle puesto los cuernos y tenía miedo de no controlarme y volvérselos a poner. Fue en esa temporada cuando empecé a reconocer totalmente mi bisexualidad y tenía ganas de estar con chicas, así que no podía seguir con él para toda la vida. Ese sueño ya se había roto. Y me sentía más culpable todavía por no seguir enamorada, ¿dónde había olvidado perdido lo que yo sentía por él?
Volví a pasar una temporada horrible, estaba terriblemente confundida, no podía levantarme de la cama por las mañanas, no tenía fuerzas. Me sentaba a estudiar y era totalmente incapaz de concentrarme. Y un día me fui de una clase, llorando, camino a su casa para darle una carta que le había escrito, diciéndole que no podía seguir con él, que lo estaba pasando fatal intentando sentir algo que hacia tiempo que no sentía, que me había desenamorado, que lo sentía muchísimo pero que era así, y no podía para de llorar mientras se lo contaba, ni casi ahora al recordarlo. (la canción de Rosana lo describe perfectamente)
Aún así seguíamos intentándolo, él era la persona que yo más quería, y él decía lo mismo de mí, pero sólo conseguimos hacernos más y más daño. De ahí saqué la conclusión de que el amor existe, pero caduca, un buen día estás tan tranquila y te preguntas dónde escondiste todos esos sentimientos, que ahora ya no los encuentras. Pero también aprendí que el amor puede ser tranquilo, que puede ser inmensamente feliz y que enamoramiento no es sinónimo de sufrimiento, sólo acaban igual, pero que te quiten lo bailado. Aprendí que no es necesario sufrir, que no hay que tenerle miedo. Que no hay que volverse de acero para superarlo, que puede que se te pase antes de que se le pase al otro, que nunca se sabe. Como ya dije una vez, no hay que tener miedo de subirse a lo alto de una montaña, porque nadie te dice si el lado de bajada es un precipicio o es una bajada suave, igual que no hay que tenérselo a andar recto, aunque te puedes caer igual si donde deberías dar el siguiente paso hay un acantilado.
Ahí aprendí a sentir. Aprendí que yo era muy independiente como para que me gustasen demasiado las relaciones serias, pero podía vivirlas intensamente, aprendí que me gustaban los rollos, pero no esos rollos donde yo me molestaba en no sentir para tener siempre la sensación de tener el control (porque no es más que una sensación, no sabes si va a haber un acantilado). Aprendí que, aunque la hay, muy poca gente es fiel, si no soy capaz de serlo yo, que era la persona más seria, con más sentido del honor y el orgullo que conocía. Aprendí que la gente te quiere de verdad, sabe perdonar errores, pero no siempre tú te quieres más de lo que te quieren los demás. Aprendí que cuando no quieres a alguien no le quieres, y por más que te esfuerces lo único que puedes conseguir es odiarle por sus mil pequeñitos defectos. Aprendí mucho, casi todo lo que soy ahora. Si no fuese porque me esperaba el amor demasiado tranquilo, y no quería sobresaltos, ya sólo quedaría un etapa en vez de dos, pero también me equivoqué en eso...